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¡Ballenas a la vista! El espectáculo natural que asombra cada verano en Chañaral de Aceituno

No hace falta ir al sur austral para divisar ballenas. De diciembre a marzo, Chañaral de Aceituno, una encantadora caleta en la Región de Atacama, es el mejor lugar de Chile para avistar estos cetáceos.

Foto: Valentina Miranda Vega

No hace falta ir al sur austral para divisar ballenas. De diciembre a marzo, Chañaral de Aceituno, una encantadora caleta en la Región de Atacama, es el mejor lugar de Chile para avistar estos cetáceos.

“¡Ballena a la vista!”, grita a bordo de su embarcación Luis González, uno de los buzos y tripulantes con más experiencia en Chañaral de Aceituno. Los ojos de los pasajeros de la lancha “Orca” se empinan hacia el horizonte, pendientes del más leve asomo de estos cetáceos que, de diciembre a marzo, merodean por esta caleta de la Región de Atacama.

Equipados con bengalas, chalecos salvavidas y otras medidas de seguridad, una treintena de embarcaciones zarpa cada mañana hacia la isla Chañaral, un paraíso silvestre que forma parte de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, que está justo frente a la caleta.

En el camino van apareciendo diferentes especies marinas y, casi siempre en época veraniega, alguna ballena hace su fulgurante presentación frente a los turistas, fascinados.

El lomo oscuro de una ballena fin se asoma imponente a un par de metros del bote. Dispara sus típicos chorros de aire y agua y se esfuma, para resurgir un par de veces más y retirarse silenciosamente sumergida completamente, como si dijera “fue suficiente por hoy, seguiré mi camino”.

Foto: Valentina Miranda Vega

La fin, la azul, la jorobada, la minke y la franca pasan por ahí para alimentarse y descansar, siguiendo la corriente de Humboldt que las conduce hacia mares australes. Y si bien la temporada oficial es de diciembre a marzo, con suerte ésta se puede extender de octubre a abril, como se supone que ocurrirá este período 2019-2020.

Es necesario decir que no todas las excursiones —que duran cerca de dos horas y que cuestan $ 13.000 por persona en Turismo Orca— tienen asegurado el avistamiento de cetáceos.

Foto: Valentina Miranda Vega

A veces esa parte de la aventura falla, pero siempre se pueden observar otras maravillas marinas, partiendo por el pingüino de Humboldt, el ave que da nombre a la reserva y que ha ido reduciendo su población por el calentamiento del agua en los últimos años.

Los lobos marinos siempre rondan por ahí, lo mismo que uno que otro chungungo, esa pequeña nutria que juguetea con otras especies y se asoma a saludar a los turistas.

Foto: Valentina Miranda Vega

Y si la suerte está de tu lado, puede que también te toque ver delfines, como los nariz de botella, los más conocidos, iguales a los de la serie Flipper.

Cómo llegar, dónde alojar y qué comer

Chañaral de Aceituno está justo en el límite entre las regiones de Atacama y Coquimbo.

No es difícil llegar hasta allá. Desde La Serena, por ejemplo, hay que seguir por la Ruta 5 Norte hasta el cruce de Punta de Choros. Antes de llegar a ese pueblo, hay que tomar el camino costero hacia el norte. Después de unos 30 ó 40 minutos de viaje te toparás con Chañaral de Aceituno.

Si vienes desde el norte, debes tomar la Ruta 5 hacia el sur hasta la entrada a Domeyko. Una vez que ingreses hacia allá, desviarse hacia Carrizalillo y avanzar por unos 70 kilómetros hasta llegar a la caleta.

A diferencia de lo que pasaba hace un par de décadas, en Chañaral de Aceituno ahora hay varias opciones de alojamiento, entre éstas las cabañas El Español, que quedan a un par de cuadras de la caleta.

Foto: Valentina Miranda Vega

Cada cabaña ($ 60.000 por noche para dos en temporada alta), nada de lujosas pero bien equipadas, cuenta con cocina, refrigerador y una envidiable terraza con vista al mar, panorama que invita a salir a recorrer los roqueríos y las posas que hay por ahí.

A la hora de comer, ojo con Donde la Mary, un restaurante pequeñito pero bien surtido que está a metros de la caleta. Ahí no te pierdas el sándwich de la casa, que lleva pescado cocinado a la oliva, salsa verde con aceitunas y tomates ($ 5.000), delicioso.

Foto: Valentina Miranda Vega

Las empanadas del lugar también son muy buenas, como la de macha/queso ($ 2.700), con mucho relleno y con una masa bien crocante.

Si quedaste con ganas de más paseos, en esta nota hay más panoramas en la Región de Atacama.

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