El Irlandés: La maestría de Scorsese llega por fin a Netflix

El Irlandés: La maestría de Scorsese llega por fin a Netflix
El Irlandés | Netflix

Después de un breve paso por salas de cine, El Irlandés, la última joya dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por Robert de Niro, llega a Netflix para deleite de todos. Seas o no un gran cinéfilo.

Para alegría de acérrimos del cine y también del otro público —ese con paladar menos refinado, pero que busca calidad— debuta en Netflix El Irlandés (The Irishman, en su título original), última genialidad del director Martin Scorsese, quien se sumerge otra vez en la mafia y el crimen con la ayuda del triunvirato mayor de actores ítalo-estadounidenses: Robert de Niro, Joe Pesci y Al Pacino.

Algunos dirán que en pantalla chica el filme pierde. Que no se ve igual, que la magia se esfuma, que se notan más algunos efectos digitales que Scorsese ensayó aquí para rejuvenecer a los protagonistas y para dotar de ojos azules a De Niro.

Es cierto, pero tarde o temprano los grandes directores han ido cediendo al encanto —y al capital— de Netflix, una plataforma que, aparte de financiar sus proyectos, les promete que sus creaciones llegarán a un público masivo, a rincones insospechados.

En ese embrujo ya han caído, y con buenos resultados, cineastas como Steven Soderbergh (La Lavandería) y Alfonso Cuarón, que con Roma se convirtió en el adalid de los buenos resultados que se pueden obtener con la plataforma de streaming como soporte.

De Scorsese era muy poco lo que se podía ver en Netflix. Rolling Thunder Revue, especie de falso documental sobre la gira que en 1975-76 hizo Bob Dylan, y pare de contar. Lo bueno es que con El Irlandés paga con creces esa deuda, porque se trata de un espectáculo mayor que, además, dura casi tres horas y media.

Crimen + política

El Irlandés | Netflix

La impecable factura que es el sello del neoyorquino aquí se une a ciertas armas tecnológicas que le ayudan a presentar la historia de Frank Sheeran, un veterano de guerra convertido en sicario que a través de más de cinco décadas sirve a la banda gangsteril de los Bufalino y al dirigente sindical Jimmy Hoffa, quien desapareció en 1975 sin dejar rastro.

Todo parte con Sheeran anciano, postrado en una casa de reposo, pero aún lúcido como para recordar su vida y relatárnosla con un dejo de pesar, pero también con orgullo. Una existencia llena de crímenes, de lealtades y deslealtades, y de uno que otro signo de amor.

Al revés de cintas como Casino y Buenos Muchachos, este vez Scorsese presenta el mundo de la mafia con aridez, despojándolo de todo glamour y atractivo. Las escasas notas de humor que salpica a lo largo del metraje alivian, pero no consiguen desvanecer el aire seco y descreído que tiñe a la historia que presenta.

No hay brillo ni lujos, no hay despliegue de mujeres despampanantes a los pies de los mafiosos. Este es un relato más cercano a la tristeza que al triunfo. Una sinfonía de colores apagados, tenues, con el protagonista sumido en la soledad, ese aislamiento propio de los que traicionan y que al final no son nada, ni amigos ni enemigos, ni queridos ni odiados.

La cámara de Scorsese nos lleva suavemente, con secuencias largas y transiciones tenues, por este viaje vital en que conocemos sin miramientos la sordidez de la política y del crimen.

El guión de Steven Zaillian es sólido, gracias sobre todo a que se basa en el libro de Charles Brandt titulado I Heard You Paint Houses, en que el real Frank Sheeran relata parte de sus fechorías. La trama retrocede y avanza temporalmente, pero no confunde ni evita sumergirse en ella con interés.

Elenco inolvidable

El Irlandés | Netflix

Scorsese escogió a Robert De Niro y Joe Pesci para protagonizar este filme, lo mismo que hizo hace décadas atrás en Casino.

Elección acertadísima sobre todo en el caso de Pesci, quien ya figuraba semi retirado del cine, pero que con esta aparición, llena de matices y de destellos en la penumbra, vuelve a reafirmar que nadie le gana en esto de representar a los líderes mafiosos más conspicuos.

A ellos se sumó Al Pacino quien, curiosamente, nunca había trabajado con este cineasta, dando forma a un trío inolvidable, a pesar de que Pacino sigue pecando de cierta grandilocuencia actoral.

No es fácil ver un filme de esta envergadura (en todos los sentidos) en una pantalla que no sea la grande, pero vale la pena acomodarse en un buen sillón y presenciar este espectáculo visual pesado y denso, conmovedor y seco, en que se disfruta cada uno de los 209 minutos que dura.

Ver aquí El Irlandés

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