Netflix vuelve a apostar por una serie de suspenso hecha en Polonia en Símbolos
Este nuevo thriller polaco muestra, a lo largo de sus ocho capítulos, cómo el comisario Trela lidera la investigación de un homicidio que se conecta con un caso sin resolver del pasado.
En pocas semanas Netflix ha mostrado las variantes, en tono y calidad, de las producciones polacas. Tras presentar la polémica película erótica 365 dni y luego la efectiva serie Bosque adentro, ahora apuesta por el renovado thriller de Símbolos.
Esta última realización debutó en Polonia hace casi dos años y hoy llega al mundo gracias a la plataforma de streaming, mientras en su país de origen los seguidores de la misma ya pueden apreciar las emisiones de su segunda temporada por un canal local.
Un mundo que combina suspenso y drama, teniendo como escenario la ficticia ciudad de Sowie Doły, en las montañas Owl. Un rural entorno que no ha estado exento de violencia, ya que allí, hace 10 años, asesinaron a una estudiante con dos disparos al corazón.
Un caso que nunca fue resuelto y que forma parte del historial de su estación de policía, hace poco encabezada por el comisario Michał Trela (Andrzej Konopka), quien llegó desde Cracovia con su hija Nina (Magdalena Żak), dejando atrás una oscura etapa de su vida.
Pero todo el drama de hace una década retorna con fuerza luego de que una conocida habitante del poblado, Patrycja Piotrowska (Alice Pietruszka), también resulta muerta y de la misma forma que falleció la primera víctima: con dos tiros en el pecho.
De esta forma el homicidio despierta temores y secretos del pasado, y alrededor de él se comienza a tejer una complicada red de posibles culpables -con el anónimo asesino original como el principal sospechoso- y revelaciones sobre los residentes de Sowie Doły.
Diferentes aristas y posibles culpables
Por una parte está la investigación liderada por Trela y sus agentes, entre los que se cuenta su mano derecha, Adrianna Nieradka (Helena Sujecka) o Ada, quien descubrió que la fallecida Patrycja, su mejor amiga, tenía un amorío con su marido Błażej (Michał Czernecki).
También se suman inesperadas aristas en torno al homicidio, entre ellas el lugar en que se cometió, donde se ubica una mina de meláfiro -roca que se usa en la construcción- y cuya extracción le daría a la ciudad el dinero para concretar una serie de proyectos.
Aquí es clave la figura del alcalde Paszke (Mirosław Kropielnicki), quien tiene un acuerdo comercial con Targosz (Mariusz Ostrowski), el empresario que preside la compañía minera que explotará un sitio histórico, donde los nazis ocultaban a prisioneros judíos.
Sin olvidar la inquietante presencia de Jonasz (Andrzej Mastalerz), una especie de predicador que convoca a varios de los religiosos habitantes de Sowie Doły y dirige una aislada comunidad que vive de manera humilde y enfocada en la palabra de Dios.
Los que son solo algunos de los nombres en torno a Símbolos, donde un ritmo pausado va acompañando la narración de cada uno de sus ocho capítulos, revelando al espectador diferentes pistas sobre quién o quiénes podrían estar involucrados en los asesinatos.
Todo lo que hace de la serie un recomendable ejemplo de las producciones polacas, donde el suspenso se mezcla de buena forma con los dramas y la religiosidad de un pueblo, y que tiene un final revelador que deja esperando la pronta llegada a Netflix de su segundo ciclo.
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