Mi panorama: arrastrarse por las dunas de Concón
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Solo con caminar por ellos, hundiendo los pies en el blando suelo amarillo mientras se asoma a la vista toda la bahía de Valparaíso, es posible obtener un impensado relajo.
El verano dura tres meses pero las vacaciones, como todo el resto de las cosas, los chilenos las dejamos para el final. Son los últimos días de febrero y el litoral se siente como la víspera de Navidad en un mall: un derrame de ansiedad, confusión y derroche.
La gente, desesperada por descansar, no encuentra nada mejor que aglomerarse en balnearios colapsados, con tacos que nunca acaban y estacionamientos impagables, solo para comprobar que en la playa, llena hasta la marea, no cabe ni el quitasol.
Mejor idea, si uno anda cerca de Viña del Mar, es escaparse hacia Concón, donde también abundan los estresados veraneantes, pero no tanto en sus dunas, esas monumentales cúspides de arena que han sobrevivido al móvil inmobiliario, más llenas de calma que de personas.
Dunas de Concón: mejor ir por la mañana
Se pueden acceder a ellas desde distintos puntos, aunque el más común es el empinado sendero que está por la Avenida Concón Reñaca, en cuya cima arriendan tablas de sandboard, un descenso que solo vale la pena experimentar si se tienen las piernas para volver a subir.
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Pero no hace falta ponerse extremo para encontrarle atractivo a estos montes de arena. Solo con caminar por ellos, hundiendo los pies en el blando suelo amarillo mientras se asoma a la vista toda la bahía de Valparaíso, es posible obtener un impensado relajo.
Hay un momento, cuando uno ya ha caminado lo suficiente hacia el norte, en el que tanto el ruido de los autos como el del mar desaparecen. Igual que la vaguada costera, el silencio se instala sin anticipo entre las dunas, sacándote de tu realidad hacia otra donde solo hay cielo y arena. Parece un planeta lejano, un cómic de Moebius o un cuadro de Gérôme, hasta que se cruzan en la visión los inevitables edificios de 30 pisos.
No conviene ir al atardecer, cuando acechan los cazadores de selfies, pero sí en las mañanas, horario menos concurrido y de gente que también busca lo mismo: un descanso de las vacaciones.
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