Pasear por Viña con otros ojos

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Pasear por Viña con otros ojos

En la Ciudad Jardín hay más lugares para recorrer que la Av. Perú y Reñaca. En el último tiempo, barrios como Recreo y “los Ponientes” se han vuelto más atractivos, con nuevos hoteles boutique, restaurantes, cafés y espacios culturales. Vale la pena aprovechar este fin de semana largo para descubrir otra cara, igual de fascinante, en Viña del Mar.

Por Darío Zambra y Evelyn Briceño.

En Viña del Mar existe el único museo de teclados de Sudamérica. También, un local de empanadas que en su parte trasera tiene un jardín japonés. Dicen que tiene la plaza con mayor cantidad de palmeras en el mundo y a un modesto restaurante casero lo recomendaron en las páginas del New York Times. ¿Otro de los secretos de la Ciudad Jardín? Que uno de los mejores canopy de Chile se puede disfrutar en su Jardín Botánico.

Ninguno de esos atractivos los encuentra en la Av. Perú y menos en Reñaca. Están repartidos por los barrios que rara vez recorren los visitantes, como Recreo y “los Ponientes”, como conocen los viñamarinos a la zona de las calles que  están entre Av. Libertad y la costanera. Es cierto que una caminata a orillas del mar es inevitable. Pero también lo es que otros sectores se han vuelto un imán para disfrutarlos.

En Recreo, el cerro que divide Viña del Mar y Valparaíso, abrieron hoteles boutique que nada tienen que envidiar a los del Puerto. En “los Ponientes” se armó un circuito de cafés con encanto que los viñamarinos ya llaman La Petite France. Y su Jardín Botánico posee tantos atractivos que dan ganas de quedarse ahí todo el día. Si programó este fin de semana largo en la V Región, disfrute esos rincones menos conocidos. Son tantos los panoramas que encontrará en éstos, que apenas le darán ganas de asomarse por la playa.

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VIERNES

Está cerca, a pasos de Caleta Abarca y del Reloj de Flores. Recreo es uno de los barrios más tradicionales de la ciudad y todavía conserva gran parte de su encanto. Comenzó a formarse a fines del siglo XIX, luego de que el filántropo Teodoro Lowey viera el potencial de estas lomas, comprara varias hectáreas y luego las loteara. Fue después de eso que aparecieron ahí los castillos y las casonas de estilo inglés y francés que todavía se mantienen en pie y que hoy se pelean los inversionistas inmobiliarios.

Una de esas construcciones -un caserón afrancesado de mediados del siglo XX- fue hasta hace poco la residencia del cónsul de Siria. Ahora, en cambio, recibe a turistas de todo el mundo: hace poco más de un  año se convirtió en un hotel boutique, Cassinetta, que su dueño, el arquitecto Gino Irisarri, bautizó así en honor al pueblito genovés donde vivió su abuelo.

Cassinetta

Si lo que busca es alojar en un lugar donde descansar del ajetreo de Reñaca, considere esta alternativa, porque el único ruido que se oye en el barrio es el ladrido de uno que otro perro. Tiene 12 habitaciones, todas diferentes y llenas de detalles: conservan el piso de roble y encina originales, lucen alfombras tejidas a telares por artesanos de Valle Hermoso -cerca de La Ligua- y cada una tiene todo lo necesario para prepararse un café o un té cuantas veces quiera. No cuenta con vista al mar, pero sí un precioso jardín que puede admirar desde el comedor. Y sus precios (desde $ 65.000 por noche, con desayuno incluido) son más convenientes que los de los hoteles boutique de Valparaíso.

El sector donde se ubica es un buen punto de partida para conocer los encantos de Recreo. Es mejor hacerlo caminando, para ir admirando la arquitectura del barrio. Como el impresionante castillo de la esquina de las calles San José y José Francisco Vergara. O las obras de Muros que miran al Mar, un museo al aire libre que se luce en las murallas de Av. Diego Portales, desde Roma hasta Lord Cochrane. Son 25 reproducciones de pinturas de artistas como Roberto Matta, Roser Bru, Benjamín Lira y Gonzalo Cienfuegos, entre otros, iniciativa de la Galería Casa Verde y del poeta Gonzalo Villar. Le llamará la atención que ninguno esté rayado con grafitis y es porque sus mismos gestores se preocupan de conservarlos.

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En esa misma calle hay otra alternativa para alojar,  el hotel boutique Domus Mare, una casona antigua, de estilo inglés, que esconde un tesoro difícil de olvidar: cada una de sus 10 habitaciones (desde $ 140.850 por noche, desayuno incluido) mira hacia el Club de Yates de Recreo, con vista a las bahías de Viña del Mar y Valparaíso.

El lugar tiene 1.400 m2, que fueron restaurados durante cinco años, con detalles que se importaron desde Europa; desde los papeles murales que se trajeron desde Inglaterra, hasta la lámpara chandelier de la entrada, que llegó desde Bélgica. Además de la vista, las habitaciones sorprenden por otros detalles, como los cerámicos de ónix amarillo en los muros y la grifería de cobre que tienen algunas en sus baños. Todas, además, cuentan con jacuzzi; la suite lo tiene en la terraza.

El desayuno no es buffet, se sirve a la mesa, en un salón con un piso de mármol afgano negro que parece espejo. Para despertar, nada mejor que un café de grano italiano o un jugo de durazno natural, acompañado de huevos de campo preparados al gusto del cliente (pochados, fritos, revueltos) y tortas artesanales. Más tarde, a la hora del aperitivo o al atardecer, puede disfrutar de la panorámica desde la terraza, con una botella de espumante (desde $ 20.500) y  empanaditas de queso fundido con olivas, camarones y  champiñones ($ 9.500).

Siguiendo por Av. Diego Portales encontrará varios lugares donde vale la pena hacer una pausa. Como Masita Rica, donde, según los vecinos, hornean las mejores empanadas de todo Recreo (desde $ 1.100). Aunque ahí también preparan café turco, dulces árabes y pizzas, el lugar es mucho más que una cafetería. Su dueño lo llama más bien un “conversatorio”, porque los recreínos se juntan en ese lugar como si fuera su living para ver ciclos de cine, escuchar música en vivo y participar de charlas. Pase a conocer el jardín japonés que su dueño armó en la parte trasera. Toda una sorpresa.

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Un poco más allá encontrará el último hit del sector. Se llama Mixtacos y llama la atención porque en el letrero de su entrada ofrece “gastronomía mexicana prehispánica”. Entre y verá un local pequeño, para ocho personas, y a su dueño, Iván Galaviz, quien hace ocho años se vino de Oaxaca por amor. En enero abrió este restaurante, donde puede probar tacos y enchiladas, y también platos que se cocinaban en México hace más de 500 años, antes de que llegaran los españoles. Como la lasaña de huitlacoche, un hongo raro de encontrar en Chile, tan suave que se deshace en la boca, y que se sirve en crujientes tortillas de maíz, con choclo, cebolla y queso ($ 5.900). Cautiva a la primera probada. Además, toda su carta está disponible para delivery.

Un par de cuadras al sur se topará con el Café Recreo. También tiene pocos meses y ya está convertido en uno de los puntos de encuentro del barrio. Ahí puede probar un rico sándwich de jamón serrano ($ 2.300) o una torta de ricotta con mermelada de arándanos, y también ver exposiciones de arte, como la que este finde montará Zenén Vargas, el hombre que pintaba los letreros de las micros amarillas y que hoy es todo un ícono pop chileno. Aproveche de pasar por La Tiendita de Recreo, que está al lado y donde venden puros objetos hechos a mano: desde tejidos hasta mosaicos.

Café Recreo

En el barrio hay dos lugares imperdibles para los que antes debe coordinar visita. Eso es así porque los dos funcionan en la casa de sus gestores. Uno es el Museo de Teclados, un lugar donde los melómanos alucinarán: ahí podrá ver y probar más de 50 teclados y sintetizadores análogos, los mismos que tanto sonaron en los años 80 y que ahora volvieron a estar de moda. Los más antiguos son de los 60 y algunos son raros de encontrar, como el Juno 60, ese de sonido popero y chispeante que se tocó en True Colors, el hit de Cindy Lauper. El creador de este particular museo es César Guzmán, un trabajador de la Roland -la conocida marca de teclados- y también compositor: es suyo el adictivo y sintetizado Hola, cómo están, soy César Guzmán, que tiene más de 50 mil visitas en YouTube. Por ese hit algunos lo llaman “el Daft Punk de Sausalito”.

El otro espacio que sólo abre tras agendar visita es la Galería Casa Verde. En su living, en las escaleras y en el ático de su casa, la investigadora de arte Myriam Parra abrió, hace cinco años, este museo y galería donde han expuesto desde Roser Bru hasta Samy Benmayor. Todo lo que se exhibe ahí está a la venta, incluido un valioso grabado de Roberto Matta, que creó en 1971 a propósito de la campaña de Allende.

Casa Verde

¿La mejor forma de terminar un paseo por Recreo? Cenando en la casa de Tavolata Bosoni, una vecina que -también previa reserva- abre su casa a quienes quieran probar las delicias italianas que aprendió de sus nonnos, como el carpaccio de zapallitos, las focaccias y el tiramisú. Cuesta $ 17.500 p/p e incluye vino, bajativo y agüita de hierbas.

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SABADO

La zona de las calles “Ponientes” se ha vuelto atractiva. Caminar por sus veredas es un agrado y en cada calle encuentra lugares donde dan ganas de quedarse. Vaya a recorrerlo este sábado, cuando casi todos sus locales estarán funcionando.

Puede partir pedaleando con los niños por el “plan” de Viña. Bicitours ofrece un recorrido en dos ruedas (desde $ 10.000) por lugares patrimoniales de la ciudad, desde el Hipódromo hasta el Museo Fonck. Es un paseo de tres horas, que incluye la mountain bike, el casco y un guía, que parte y termina en la Av. San Martín.

En 3 Poniente, los foodies quedarán boquiabiertos con La Dispensa, el emporio gourmet que la italiana Laura Ballini abrió hace más de una década. Casi todo lo que verá en su vitrina está hecho con sus manos: desde los gnocchi de zapallo ($ 8.000 el kilo) hasta el tiramisú de frutos del bosque ($ 11.000 el mediano, de seis porciones).

La Dispensa

¿Prefiere los sabores chilenos? Entonces vaya hasta 6 Norte. En un pasaje, casi escondido, está Donde Willy, un restaurante de comida casera. Eso es literal, porque funciona en el primer piso de la casa donde vive la familia Valdivia. Al sentarse en una de sus mesas se sentirá como en el comedor de su tía-abuela, por la decoración vintage y por lo que se cocina: platos bien chilenos y contundentes. Los mismos que hace algunos años probó un periodista del New York Times y que luego recomendó en un suplemento de ese prestigioso diario.

Donde Willy

En su carta hay cazuela de vacuno y asado a la olla, pero lo mejor es su plateada al jugo ($ 5.400), cocinada por cuatro horas, generosa y aromática, que queda perfecta con las papas salteadas al merkén. También hay una tentadora trilogía de ceviches, con salmón, reineta y ostión con camarones. No deje de probar su degustación de postres caseros ($ 4.900), con esos sabores que llevan de vuelta a la infancia: papayas al jugo, semifrío de lúcuma y leche asada.

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A pocas cuadras, en 8 Norte, también encontrará preparaciones chilenas en un clásico viñamarino: La Flor de Chile. Abrió en 1930 como un almacén de abarrotes y de a poco se convirtió en lo que es hoy: un lugar donde vale la pena esperar para almorzar un sábado. Le recordará un poco al Liguria de antes, por los objetos antiguos que lo adornan y por sus precios todavía  convenientes: la chorrillana con carne mechada cuesta $ 9.800 y alcanza para tres.

La Flor de Chile

Después de almorzar, dése una vuelta por El Baúl Café, donde entre 12 PM y 8 PM se montará una feria vintage. Ahí estarán los puestos de varias tiendas online, ofreciendo desde libros antiguos hasta abrigos de los 50. En la noche, puede regresar a esta cafetería bohemia para disfrutar de su happy hour y el rock progresivo en vivo de Kafod.

Antes, por la tarde, vaya a recorrer los cafés y salones de té que se han abierto en esta zona. Son varios, y por eso algunos ya bautizaron este circuito como La Petite France. Uno de esos es Dulce Bazar, que funciona desde hace un año en 7 Norte. De estilo vintage y tonos pastel, es perfecto para ir con los niños, porque hay cupcakes, helados artesanales y una pastelería irresistible a cargo de la esposa de Eugenio, el dueño. La torta de zanahoria-nuez ($ 2.800) es imperdible.

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Quienes buscan una alternativa diferente pueden ir directo a la esquina de 2 Norte con 5 Poniente. Ahí está Misoo, el primer salón de té chino de la ciudad. Vaya a tomar once como si estuviera en la misma China. La versión completa ($ 8.900) la pueden compartir entre dos, porque incluye varias delicias orientales saladas, como los dim sum (bollitos al vapor) y postres, como el tang yuan, pastelitos de arroz rellenos de maní o sésamo en sopa de pera. Toda una experiencia. Pregunte también por la ceremonia del té, para la que antes debe reservar.

Misoo

¿Y de noche? Detrás de la municipalidad, en un espacio pequeño, encontrará Merci, un encantador bistró que nada tiene que envidiar a los de París. Lo abrió un matrimonio francés, Philippe y Martine, con la idea de llevar los sabores de su país al centro de Viña. En la semana hay menú a la hora de almuerzo ($ 4.400), pero lo mejor es compartir ahí una cena romántica, donde, sin duda, el confit de pato ($ 12.800) se robará la película. Si tiene suerte, puede que se tope con alguna tocata de jazz de las que habitualmente se programan ahí.

El lugar también es perfecto para llevar a los niños, que pueden  disfrutar de un fondue de chocolate ($ 8.700, para dos), que se sirve con frutas de la estación.

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DOMINGO

El último día de este fin de semana largo puede pasarlo visitando uno de los espacios más atractivos de la V Región, el Jardín Botánico. Ubicado a minutos del centro, sus casi 400 ha se pueden recorrer desde temprano, porque abre a las 10 AM. Si no lo conoce, debe saber que este lugar -que el próximo año cumplirá un siglo- es uno de los espacios de conservación de la flora más importantes del país. Caminando por sus senderos se encontrará, por ejemplo, con valiosas colecciones, como una de cerezos en flor japoneses, otra de plantas de Isla de Pascua y hasta con un Jardín Francés. Lo bueno es que cada una de estas colecciones está debidamente señalizada. Imperdible es su laguna, con un mirador y puentes de los que se lucen en Instagram.

Jardín Botánico

Si anda con poco tiempo, puede recorrer el jardín pedaleando. No importa si no lleva bicicleta, porque poco después de la entrada está el puesto de Ecotriciclos, donde se arriendan bicis ($ 1.000 la media hora) y hasta triciclos, para chicos y grandes.

Dése tiempo para visitar el Parque Newén. Es fácil llegar ahí, a través de los senderos ubicados a la izquierda de la entrada. Este es uno de los sectores más entretenidos y que los amantes de la adrenalina amarán. Ahí puede practicar tirolesa y arborismo, circuitos entre árboles a varios metros de altura. Lo pueden hacer niños desde los tres años, porque hay algunos para ellos a baja altura, 1,5 m, y siempre vigilados por un experto. Las medidas de seguridad son estrictas: siempre se usa arnés y casco y hay una instrucción previa de 15 minutos. Pruebe uno de estos circuitos que cuestan desde $ 5.000 y duran, en promedio, 25 minutos.

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¿Más adrenalina? Cerca del Parque Newén se creó hace poco Huellabike, un circuito de pistas exclusivas para recorrer en mountain bike. Arriendan las bicicletas (desde $ 1.500 la hora y media) y también hacen clases para aprender, entre otras habilidades, destreza y equilibrio. Sus instructores tienen experiencia, porque llevan varios años haciendo esto en Los Molles.

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Si tanta caminata y pedaleo le da hambre, cerca de la entrada del jardín se estaciona todos los fines de semana la Combi Coffee, un furgón que funciona como café. Ofrece sandwiches, como el panini de pollo con pimentón ($ 1.500), muffins, kuchen, alfajores, jugos y también café de grano.

Combi Coffee

¿Algo más contundente? Abandone el parque y vaya hasta la calle 6 Norte, al Tonic Coffee, una cafetería de especialidad que acaba de abrir y que todos los días prepara un brunch imbatible. Cuesta $ 5.900 p/p e incluye crema de verduras, tostadas multisemillas, huevos de gallina feliz,  palta, champiñones, yogur, granola, fruta y masitas dulces. Es la mejor forma de recargar energías y manejar de vuelta a Santiago.

Tonic Cafe

Para ver las direcciones y coordenadas de todos estos panoramas viñamarinos, haz click aquí.

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