Los mejores vinos naturales del país, seleccionados por los sentidos expertos de Ben Wood y sommelier Alan Grusky, los pruebas en este nuevo bar en un formato diferente: directo del barril, como si fueran schops, y en copas que cuestan desde $ 2.500.

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¿Soñaste alguna vez con un bar donde el vino se sirve directo del barril y no de la botella? Esa es precisamente la apuesta de Materia Prima, el nuevo local que se acaba de inaugurar en la calle Constitución, junto a la Plaza Camilo Mori, en el corazón de Bellavista.

Se instaló en el mismo lugar donde hasta hace algunos meses estaba Polvo, el premiado bar y restaurantes de vinos y que hasta Patti Smith probó en su última visita a Chile.

De hecho, este Materia Prima es la continuación de Polvo, claro que con una propuesta distinta y a cargo de Ben Wood, el gurú de las cervezas, socio de Beervana, El Honesto Mike y El Pulento Joe.

Junto a Alan Grusky, sommelier y wine dealer, salieron en busca de los mejores vinos naturales del país, esos que se producen con la mínima intervención posible, sin agroquímicos, por ejemplo.

Así, dieron con algunos de Bodegas RE, en Casablanca, o las viñas viejas de Carter Mollenhauer, en Itata y el Maule, los que traen a Santiago en barriles de cerveza acondicionados para la ocasión.

La gracia es que en este nuevo local los sirven en shots, que salen de llaves como si fueran schops, y los puedes probar por copa desde $ 2.500.

¿El resultado? Vinos frescos, sin etiquetas, a temperatura óptima, sin merma y que prácticamente no se encuentran en formato por copa.

Como el maravilloso país de Catalina Ugarte ($ 3.200), la primera variedad que se plantó en Chile, fresco, frutoso y con una agradable acidez. O el chardonnay de Clos de Fous ($ 3.200), una joyita ligera de 2018, de toques frutales y minerales.

Materia Prima: el goce de romper esquemas

En Materia Prima, los vinos naturales escogidos los puedes acompañar con sanguches como el mom’s pastrami ($ 7.500), de foccacia y pastrami hecho en el lugar, con un mix de hojas verdes y mostaza, que llega con papas fritas hilo caseras.

O el chao pescao ($ 7.900), de pejerrey frito, con hojas verdes, cebolla morada y salsa tártaro.

Además, hay platos como los gnoccin’ on heaven’s door ($ 9.500), ñoquis de ají amarillo, caldo de mar, jaiba, vongoles, calamar y langostinos del atlántico.

También puedes seguir fiel la postura de este bar, que rompe con los esquemas y formatos, y preguntar por los platos que no están en la carta, como la trucha ($ 9.500, en la foto superior), que llega rellena de puerros, jengibre y menta, acompañada de arroz basmati y vegetales salteados, con kimchi casero.

Y si bien lo que mandan acá son los vinos en barril, sin etiqueta, también encuentras una buena selección de cervezas, como la Ipa de Alameda Beer Company ($ 3.000 el schop de 250 cc).

Eso, además de cocteles clásicos como el mojito ($ 4.900), con ron, jugo de limón, hojas de menta fresca, gajos de limón y agua con gas.