Comentario de Cine: La voz en off
Por Lya Rosén D.
Cuatro años se tomó el realizador chileno Cristián Jiménez para retornar a las salas locales, luego de que en 2011 presentara su versión de Bonsái, la novela homónima de Alejandro Zambra. Una cinta marcada por la nostalgia de Julio (Diego Noguera), que ahora cede su paso a La voz en off, la tercera película de Jiménez, donde el protagonismo recae en Sofía (Ingrid Isensee), una treintañera actriz, de vuelta en su Valdivia natal, que enfrenta secretos familiares.
Los mismos que comienzan a surgir luego de que su padre, Manuel (Cristián Campos), amparado en el ejemplo de Sofía al separarse de su marido por sentir que su matrimonio estaba “echado a perder”, decide abandonar a su mujer, Matilde (Paulina García), tras 35 años de convivencia. Una decisión que hace emerger varias dudas en torno a su repentino alejamiento y que convierte a Sofía en la principal investigadora de los hechos, ya que su hermana Ana (María José Siebald), quien hace poco retornó de Francia junto a su pareja y pequeño hijo, prefiere mantener algunas verdades lejos de su conocimiento.
Así van emergiendo una serie de revelaciones a lo largo del metraje de la película, mientras en paralelo se presenta al resto del grupo familiar, también integrado por los hijos de Sofía, quienes sueñan con probar la carne que les prohíbe su vegana madre, y Mami (Shenda Román), su asertiva abuela.
Son los protagonistas de situaciones cotidianas con las que fácilmente el público podría haberse identificado, pero que ante la mirada de Jiménez nunca se profundizan y se diluyen en medio de los paisajes y sonidos de Valdivia. Esto hace de La voz en off un drama correcto, pero con personajes que no alcanzan a demostrar su humanidad.
Título Original: La Voz en Off
Dirección: Cristián Jiménez
Actores: Ingrid Isensee, Paulina García, Cristián Campos, María José Siebald
Calificación: Para todo espectador mayor de siete años.
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