Académico de nota, egresado de literatura y filosofía, el polaco Pawel Pawlikowski (1957 -) ha construido la mayor parte de su reconocida carrera fílmica en el Reino Unido, donde llegó en la adolescencia, después de que su madre decidiera abandonar su país, satélite de la Unión Soviética.

Y si bien ya contaba con títulos argumentales y documentales que llamaron la atención (Last resort, Mi verano de amor), solo en años recientes el reconocimiento se ha hecho mundial: primero con Ida (2013), ganadora de un Oscar a mejor película en lengua extranjera, y ahora con Cold war, que le valió a Pawlikowski la Palma a mejor director en la última edición de Cannes.

Tal como Ida, Cold war es un drama histórico en blanco y negro, con radio de de pantalla de 1.33:1, como el de los televisores pre-plasma, que favoreció el acercamiento a los rostros y que ahora se recupera, menos por la nostalgia que por la funcionalidad del procedimiento.

Inspirada en la historia de los padres del realizador (ella, bailarina; él, médico), la cinta recorre un arco histórico y geográfico que arranca en 1949, en una zona campesina de Polonia, donde se ve a Wiktor (Tomasz Kot) rescatando in situ el folclor local. Investigador, compositor, arreglador y director musical, registra sonidos y voces que el régimen valora, aunque lo que le importa a este, en realidad, es la propaganda y la manipulación.

En medio de todo, Wiktor conoce a Zula (Joanna Kulik), joven que ha estado en la cárcel y que se ve obligada a convertirse en informante, pero que se entrega, como él, a una pasión que no conoce de límites ni de lógicas. Y así le irá a la pareja según pasen los años.

Elíptica, económica, bien concebida y mejor ejecutada, he acá una película sensible a la belleza y consciente del daño que las personas pueden hacerse. Por más que se amen y, a veces, por esa misma razón.

DIRECCIÓN: Pawel Pawlikowski
PROTAGONISTAS: Tomasz Kot, Joanna Kulik, Borys Szyc
GÉNERO: Drama histórico