Mi panorama: pasar el día comiendo en el MUT

Entre la enorme y original oferta de cocina chilena e internacional, con platos y sánguches, picoteos y postres, tragos o café, todos mis recelos quedaron inmediatamente archivados.
Recibí su inauguración con sospecha, como la merece cualquier lugar que de pronto se vuelve insoportablemente de moda en Instagram —¿cuántas selfies más se pueden tomar debajo de sus lámparas?— hasta convertirse antes en una escenografía virtual que en un espacio real. El MUT, un mall que aparenta no serlo, diseñado para las fotos y los reels, se veía demasiado perfecto en mi feed como para ser verdadero. ¿Cómo no desconfiar de un centro comercial que se autodenomina “mercado”?
Durante casi dos años evité subir por su romántica escalera de piedra y también atravesar su colorida entrada subterránea, pero el otro día, justo a la hora de almuerzo, estando afuera del Metro Tobalaba sin planes ni obligaciones, decidí enfrentar mis prejuicios: esquivando a los turistas que posaban frente al inmenso reloj vintage, entré por fin al MUT.
El encanto del MUT
Como no pude descifrar el orden de sus pasillos y tiendas, algo confuso para mi cabeza neurotípica, el hambre me arrastró sin demora a los pisos inferiores, donde está el patio de comidas. Ahí, entre la enorme y original oferta de cocina chilena e internacional, con platos y sánguches, picoteos y postres, tragos o café, todos mis recelos quedaron inmediatamente archivados.
Qué comer se vuelve un verdadero dilema si entre las opciones están una empanada con queso Huentelauquén, pastrami de La Fiambrería, un choripán Schwencke, humus turco de Meze o un lomito de La Antigua Fuente, por decir solo algunos. Igual uno podría probar todas ellas: esconderse del calor durante todo un día degustando delicias en el MUT, que carece de la decadencia habitual de los patios de comidas, es un panorama factible.
Para gustos más sofisticados (y billeteras más anchas) está el premiado Ambrosía Bistró, recién instalado en el cuarto piso, pero eso quizá sea para otra ocasión: mejor subir una storie con un espresso del Café Altura o un helado de croissant de Dulcería Fiol.
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