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Bala perdida: una simple pero efectiva película francesa de acción en Netflix

El primer largometraje de Guillaume Pierret muestra la historia de un hábil mecánico de Marsella que es perseguido por un corrupto policía.

Bala perdida | Netflix

El primer largometraje de Guillaume Pierret muestra la historia de un hábil mecánico de Marsella que es perseguido por un corrupto policía.

Tras su debut mundial el pasado viernes por Netflix, la cinta francesa Bala perdida apareció entre las más vistas en Chile, desplazando solo en un par de días a la controvertida cinta polaca 365 dni del primer lugar de las preferencias.

Un cambio avalado por el hecho de que género de la acción siempre convoca la atención del público, y no solo de los espectadores masculinos, y también porque en su primer largometraje el director francés Guillaume Pierret logra construir una atrapante historia.

Su personaje principal es Lino (Alban Lenoir), un hábil mecánico de Marsella que para ayudar a su protegido Quentin (Rod Paradot) usa uno de sus automóviles adaptados, un pequeño Renault Clio, para ingresar a una joyería estrellando el auto contra el local.

Y aunque el choque es más efectivo que lo que Quentin y Lino esperaban, no logran concretar el robo de los joyas y este último es tomado preso por la policía. Pero gracias a su habilidad como mecánico, es reclutado para colaborar con una de sus brigadas.

Esta división policial está a cargo de Charas (Ramzy Bedias) y es la encargada de rastrear y detener a las bandas de narcotraficantes que operan en el puerto francés, y ve en Lino la posibilidad de hacer de sus autos policiales los más rápidos y efectivos.

Así, meses después, el mecánico es ya una pieza clave en su trabajo y Charas lo ayudará a obtener antes la libertad. Pero todo se trastoca luego de que son emboscados y Charas es asesinado por uno de sus propios hombres, el corrupto Areski (Nicolas Duvauchelle).

Una efectiva apuesta con un protagonista inusual

Con el jefe de la brigada muerto y Areski culpando a el mecánico de su asesinato, comienza el eje de la historia de Bala perdida, cinta que fue promocionada como la “Rápidos y furiosos francesa”, pero que está bastante lejos de serlo.

Y con esto no se quiere decir que sea una mala película, sino que el primer largometraje de Pierret no apuesta a las grandes escenas de acción o a los efectos especiales que se pueden conseguir con el dinero de los poderosos estudios de Hollywood.

Su mirada es más simple, pero a la vez muy efectiva, con buenas escenas de persecución automovilísticas, donde un vehículo francés -el Renault 21 turbo de los 80- supera a sus pares estadounidenses y europeos, en una simbólica alusión al país de origen de la cinta.

Otro de los elementos que la hacen atractiva es su personaje principal a cargo de Alban Lenoir, quien comenzó su carrera como doble y derivó en la actuación; y aquí dota a Lino de una ingenuidad y valentía a toda prueba, lejos de la habitual perfección de los héroes de acción.

Esto lo convierte en un antihéroe con encanto que no duda en demostrar que los “criminales” son capaces de enmendar el camino. Y que además no es necesario ser un experto en artes marciales para salir adelante en una pelea que parece perdida.

Todo esto hace de Bala perdida en una buena apuesta de la acción, con un final que puede producir una secuela y que viene a complementar a otros títulos franceses recientes del género en el catálogo de Netflix, como la violenta Guerra en el aserradero.

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