Baraja: la firma del asesino, la docuserie de Netflix sobre el mediático criminal español

Baraja: la firma del asesino, la docuserie de Netflix sobre el mediático criminal español
Baraja | Netflix

Amanda Sans Pantling es la directora del documental de tres capítulos que revive el caso de Alfredo Galán Sotillo, quien en 2003 mató a seis personas en diferentes lugares de Madrid, dejando como tarjeta de presentación una carta de naipe.

En los últimos años el true crime se ha posicionado como uno de los géneros preferidos por los suscriptores de Netflix, tanto en series, películas o documentales como Baraja: la firma del asesino.

Un espacio que viene a engrosar el listado de títulos sobre crímenes reales y las docuseries realizadas fuera de territorio estadounidense, reviviendo en pantalla un caso criminal español.

El que ocurrió en la ciudad de Madrid de hace 20 años, cuando Alfredo Galán Sotillo se convirtió en otro asesino serial hispano, tras matar a seis personas e intentar asesinar a otras tres.

Baraja: la firma del asesino | Netflix

Quien como “tarjeta de presentación” dejaba cartas de copas del naipe español, tras disparar a sus víctimas, aunque, como lo expone el segundo de tres capítulos, no fue siempre así.

En una de las diferentes revelaciones que se van sumando a lo largo del documental y abriendo muchas dudas ante un caso que tal vez no habría tenido un culpable sin un hecho crucial.

El inicio de los mediáticos crímenes

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El momento en que el propio Galán se presentó ante la policía de su pueblo natal, Puertollano, afirmando que él era culpable de la serie de crímenes que comenzó en febrero de 2003.

Una sucesión de asesinatos que la docuserie dirigida por Amanda Sans Pantling que tiene como su principal herramienta de reconstrucción las entrevistas a los testigos del caso.

Entre los que se cuentan abogados, funcionarios de la policía y la Guardia Civil, los familiares de las víctimas y, de forma inédita, el testimonio de sus sobrevivientes.

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Además de dos periodistas, Javier Barroso de El País y Angel Moya de Telemadrid, que fueron parte de la vorágine mediática que generó el que se creyó el primero de sus crímenes.

Cuando en febrero de 2003, cerca del Aeropuerto de Barajas, asesinaron a un joven y en el sitio se encontró un as de copas, por lo que pronto los medios bautizaron al supuesto autor.

Las dudas en torno al asesino español

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Así nació El Asesino de la Baraja y el frenesí periodístico para aprovechar su historia luego de otros crímenes en distintos lugares de Madrid. Los que fueron hechos por la misma arma.

Un descubrimiento esencial de la policía que reveló el uso de una pistola Tokarev, mientras se continuaba la búsqueda del asesino, se tomaba preso a un inocente y seguían las dudas.

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Lo que tuvo un vuelco cuando un Galán en estado de ebriedad se presentó ante la policía y se declaró culpable para después desdecirse y acusar a dos skinheads de los crímenes.

Sin embargo, y a pesar de los cuestionamientos en torno al caso que nunca desaparecieron -y también surgen en el espectador-, el único implicado y supuesto Asesino de la Baraja fue condenado.

A un total de 142 años de cárcel de los que solo cumplirá 25 de manera efectiva, por lo quedaría en libertad en 2028, después de cambiar su nombre y escribir una novela.

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