Con menos excesos visuales y con dos historias que cuentan con una menor carga de ciencia ficción que en entregas anteriores, este miércoles 6 de junio llegó a Netflix la quinta temporada de Black Mirror, la serie británica creada por Charlie Brooker, aplaudida por su particular manera de exponer los riesgos del abuso de la tecnología en nuestras vidas.
Y aunque estos tres nuevos episodios –de 65 minutos de duración aproximada cada uno– no son los mejores de la serie, sí logran mantener –con mayor o menor eficacia– mantener la esencia de la serie dándole nuevos aires, con historias que se sienten más reales y menos recargadas en lo visual. Al menos las dos primeras, porque el tercer episodio (Rachel, Jack and Ashley Too) protagonizado por Miley Cyrus es toda una locura.
A continuación una revisión sin spoilers de los nuevos capítulos.
Episodio 1: Striking Vipers
Danny (Anthony Mackie, conocido por su personaje de Falcon en Avengers), Theo (Nicole Beharie) y Karl (Yahya Abdul-Mateen II) son tres amigos de toda la vida que durante su juventud viven juntos en un departamento.
Once años después, Danny y Theo se han casado, son padres de un pequeño niño y planean tener un segundo pronto.
Karl ya no forma parte de sus vidas como antes, pero llega de visita durante la celebración del cumpleaños de Danny. Luego de un tibio abrazo y unas cuantas bromas, le regala la última versión de Striking Vipers, un videojuego que solían jugar en el pasado y ahora tiene una versión de realidad virtual muy avanzada.
Con el paso del tiempo ninguna de las relaciones de Danny sigue igual. Con su esposa ya no existe la chispa de años atrás; y con Karl, su antiguo mejor amigo, todo cambia demasiado. Sobre todo luego de comenzar a jugar en línea la versión hiperrealista de Striking Vipers, donde pueden experimentar en carne propia todas las sensaciones físicas de los luchadores virtuales.
Un capítulo entretenido, distinto, con muchos giros algo predecibles en la trama y, curiosamente, uno de los menos angustiantes de todo Black Mirror.
Episodio 2: Smithereens
Si ponemos a los tres episodios de esta temporada de Black Mirror en una balanza, Smithereens es por lejos el mejor.
Con un relato de corte realista –donde la ciencia ficción no se hace presente– muy tenso, con un guión bien construido y excelentes actuaciones, el segundo episodio de esta temporada logra rescatar la esencia más oscura de la serie creada por Charlie Brooker. Es por eso que a pocas horas de su estreno, ya luce una calificación de 8.7 en IMDb.
Su historia sigue a Chris (Andrew Scott), un hombre algo atormentado que se gana la vida trabajando como chofer en una app de movilización –al más puro estilo de las populares Uber, Cabify o Beat. Todos los días recoge pasajeros en el mismo lugar, en la salida del edificio de Smithereens, la empresa de redes sociales más importante en el país.
Sin motivo aparente, pero dejando entrever que tiene un plan entre manos, decide secuestrar a un ejecutivo de la empresa, a quien amarra de manos y amenaza apuntándole con un arma. Rodeado por la policía y con su rehén en el asiento trasero, Chris sólo tiene una petición: hablar por teléfono con Billy Bauer (Topher Grace), el director de Smithereens.
Un episodio que invita a repensar el uso que hacemos de la tecnología que está a nuestra disposición ahora mismo –sobre todo las redes sociales–, la que termina convirtiéndose en una adicción fatal para muchos.
Episodio 3: Rachel, Jack and Ashley Too
Si algo caracteriza a esta tercera temporada de Black Mirror es que el relato de los episodios –salvo en Smithereens– intenta romper la tensión tan típica de este show con tintes de humor negro que no logran cumplir su función con demasiado éxito.
Es precisamente el caso de este episodio protagonizado por Miley Cyrus que, haciendo una especie de parodia de su vida, encarna a Ashley O, una súper estrella de pop adolescente que no está para nada conforme con la vida “ficticia” que lleva. Detrás de su carrera está su manipuladora tía y manager, Catherine (Susan Pourfar), quien se hizo cargo de cuidar a Ashley tras la muerte de su madre.
Por otro lado conocemos a Rachel (Angourie Rice), una joven que ha sido fanática de Ashley O desde sus inicios. En su cumpleaños número 15, su padre le regala una Ashley Too, una pequeña robot con inteligencia artificial que promete ser una copia exacta del cerebro de la súper estrella de la música. Rápidamente después de una conversación algo ridícula, ambas consolidan una extraña y atípica “amistad”.
Tanto Ashley O y Ashley Too son una mentira; la primera no puede escapar del personaje pop y famoso que creó y la segunda, como el producto de marketing que es, miente, ilusiona y manipula a sus pequeñas consumidoras.
Pero, como en esta temporada la tecnología no es el enemigo, es la pequeña robot clon quien termina comandando un plan para poder liberar a su verdadera yo de las manos de su malvada tía.
Un episodio extraño, sobrecargado, que si bien tiene una crítica profunda a la industria musical y de entretención masiva, en algún momento pierde el rumbo y termina cayendo en lo absurdo de forma innecesaria, desaprovechando el talento de sus actrices protagonistas.