El Conde: la singular sátira de Pablo Larraín para Netflix con un Pinochet vampiro

El Conde: la singular sátira de Pablo Larraín para Netflix con un Pinochet vampiro
El Conde | Netflix

Jaime Vadell y Gloria Münchmeyer encabezan el elenco de la película que presenta a la controversial figura de la historia reciente de Chile como un chupasangre de 250 años que busca morir.

Luego de haber explorado en las vidas de Jacqueline Kennedy y Diana Spencer, Pablo Larraín presenta en El Conde su particular mirada a otra figura de la historia.

Y a la cronología reciente y traumática del país, reviviendo a Augusto Pinochet como la personificación del mal que nunca muere: un vampiro de 250 años.

El que ha desangrado literal y simbólicamente a quienes se han cruzado en su vida, y es el eje de la película de Netflix presentada como comedia negra con tintes de horror.

El Conde | Netflix

Para cuyo guión Larraín se asoció una vez más con el dramaturgo Guillermo Calderón, con quien trabajó en El club y Ema, y varios de los actores de sus cintas locales.

Los cuales son la cara visible de una sátira de buena factura técnica, pero que no logra superar la anécdota al revisitar un personaje tan oscuro y divisivo para un país.

En torno al cual se construye un argumento que pasa rápidamente de la Revolución Francesa al Chile del presente, eludiendo los años más conflictivos en torno a Pinochet.

Un vampiro que quiere morir

El Conde | Netflix

Lo que la cinta concreta en una trama de casi dos horas que en lo visual, por su blanco y negro y ambientación, recuerda al expresionismo alemán.

En la que, tras mostrar su origen en la Francia del siglo XVIII como Claude Pinoche, se le ve comenzar su periplo de maldad por otros países hasta llegar a suelo chileno.

Donde hoy es un anciano –Jaime Vadell– que tras fingir su muerte, vive con su mujer Lucía (Gloria Münchmeyer) y asistente Fyodor (Alfredo Castro) en una ex hacienda ovejera.

El Conde | Netflix

Lugar en que decidió poner fin a sus 250 años de existencia, al sentirse defraudado tras ser considerado un ladrón, por lo que ya no bebe sangre ni corazones licuados.

Una decisión que Lucía se niega a aceptar, porque todavía no la ha convertido en vampira, y sus hijos ven como la oportunidad de acceder a la herencia de su padre.

Pero todavía falta que arribe a ese rincón del sur otra figura: Carmencita (Paula Luchsinger), una joven que oculta sus verdaderas intenciones y animará al vampiro.

Lo que es narrado por la voz de una mujer inglesa que tendrá algo más que decir en los minutos finales de un relato interesante, donde no existe la palabra remordimiento.

Ver en Netflix

Seguir leyendo