Diversidad es la palabra que sirve para englobar a las producciones neerlandesas de Netflix, que hoy suman a su lista a Final feliz con su mezcla de comedia, romance y sensualidad.

Una cinta que complementa así a thrillers como Siempre fiel o el drama de Mi mejor amiga, Ana Frank, demostrando la variedad de los títulos hechos en países Bajos para la plataforma.

Una misión que cumple a cabalidad apostando por un relato que también posee unas cuotas de drama y desinhibición en la historia de Luna (Gaite Jansen) y Mink (Martijn Lakemeier).

Quienes se conocieron en un local en la playa y ya celebran un año viviendo juntos, aunque hay algo que Mink ignora: Luna ha fingido sus orgasmos desde que comenzaron a salir.

Algo que para ella ya se ha convertido en parte de su rutina, hasta que Bo (Sinem Kavus), una de sus mejores amigas, la inspira a que le proponga algo a su novio: probar un trío sexual.

Así, impulsados por salir de lo habitual, Luna y Mink comienzan a buscar a la persona adecuada, hombre o mujer, en una aplicación de citas, hasta que aparece Eve (Joy Delima).

Luna comienza a complicarse

La atractiva medioambientalista con la que ya se habían topado un par de veces y está dispuesta a ser parte de la aventura de la pareja, que pronto cambiará la vida de todos.

Un cambio que comienza a desarrollarse luego de su cita como trío, específicamente cuando ella logra que Luna disfrute completamente de su sensualidad, sin reparos.

Lo que deja a la protagonista frente a un mundo nuevo de placer y sin poder sacar de su cabeza a Luna, hasta que la visita en su casa en solitario y vuelven a tener relaciones.

Para que poco después, en una fiesta a la que Mink invita a Eva para que conozca a su mejor amigo Samir (Sidar Toksöz), Luna comience a complicarse aún más con lo que siente.

Lo que llevará a la aproblemada chica a un punto en que no sabe qué hacer con sus sentimientos, mientras su situación con Mink entra en una etapa de revelaciones.

Al mismo tiempo que la narración se adentra en un final con algo de dramatismo, aunque nunca deja la mirada luminosa que la caracteriza, donde será clave la palabra sinceridad.

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