Gambito de dama: un juego marcado por la genialidad y la soledad
Anya Taylor-Joy protagoniza la miniserie que lleva a la pantalla la novela de Walter Tevis sobre una joven prodigio del ajedrez.
Después de su debut protagónico en la aplaudida película La bruja (2015), el futuro en la actuación de Anya Taylor-Joy se veía auspicioso. Hoy, tras series y cintas como la reciente versión de Emma (2020), la joven actriz reafirma su talento en Gambito de dama.
Esta última es la miniserie original de Netflix que lleva a la pantalla la novela homónima del escritor estadounidense Walter Tevis (El buscavidas, El color del dinero), mostrando a Taylor-Joy bajo la piel de su personaje principal: la prodigio del ajedrez Beth Harmon.
La misma que en los minutos iniciales del primer capítulo, de un total de siete, se despierta con resaca en la habitación de un hotel de París y se dirige a un importante encuentro. Pero casi de inmediato el relato se traslada a su difícil infancia a inicios de los años 60.
Específicamente a cuando tenía 9 años y salió ilesa del accidente automovilístico, en un puente de Kentucky, que le costó la vida a su madre. Un choque que la dejó huérfana y viviendo en el hogar de niñas dirigido por la Sra. Deardorff (Christiane Seidel).
Un lugar que será clave para su futuro, ya que es donde se hace amiga de la adolescente Jolene (Moses Ingram), prueba las adictivas “vitaminas mágicas” y además conoce al Sr. Shaibel (Bill Camp), el reservado conserje que le enseña a jugar ajedrez.
Bajo su gradual guía, la precoz niña comienza a aprender de piezas y movimientos entre las casillas del tablero bicolor, revelando un gran talento e intuición. Enseñanzas que pone en práctica cada noche, cuando imagina partidas bajo el efecto de los tranquilizantes.
Seducida por el ajedrez
Los años pasan y el matrimonio Wheatley, Alma y Allston (Marielle Heller y Patrick Kennedy), decide adoptarla. Pero su padre adoptivo abandona la casa y deja a la quinceañera Beth solo en compañía de su nueva madre, quien promete cuidarla.
Una relación que se ve afianzando con el paso del tiempo y de los diferentes torneos de ajedrez en la que la chica participa y donde gana cada partida con facilidad, a excepción del abierto de Las Vegas, que pierde ante Benny Watts (Thomas Brodie-Sangster).
Gracias a su talento, Beth va escalando en este mundo deportivo dominado por los hombres, que tiene como su mayor referente a Vasily Borgov (Marcin Dorocinski), el mejor jugador soviético y la figura más intimidante para la estadounidense.
Pero los hombres del relato no solo son sus oponentes, sino que en ocasiones también su compañía, como el analítico Harry Beltik (Harry Melling) o el engreído Watts. Sin embargo, lo que finalmente solo parece importar en su analítica mente es el juego y el triunfo.
Elementos que en la trama le sirven para encontrar refugio a la soledad que la condenó la muerte de su madre siendo una niña, de quien teme haber heredado no solo la genialidad -ella era una brillante matemática-, sino también el trastorno que la lleva a la adicción.
De esta manera, Gambito de dama introduce al público en una vida fascinante y compleja a la vez, donde es clave la actuación de Anya Taylor-Joy -quien lo dice todo en una mirada-; llevando además a imágenes la seducción que el ajedrez provoca en sus jugadores.
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