La década de los 70 es el escenario de la nueva apuesta polaca de Netflix: Glitter, la serie que mezcla drama e historia para ofrecer una mirada a la apertura de Polonia a la cultura y las costumbres occidentales.

Lo que ocurrió cuando este territorio europeo aún se hacía llamar República Popular y se movía bajo la guía comunista, y en la ficción tiene como eje a tres mujeres que deciden prestar servicios sexuales.

En una narración escrita por Maciej Kubicki y Slawek Lonisk que tiene como directa inspiración Chicas profesionales, el libro donde Anna Dobrowolska analiza la prostitución en Polonia entre 1945 y 1989.

La misma autora que asesoró en la elaboración de los guiones del espacio para adultos, de 10 ágiles capítulos, que sin ser un documental es fiel a los hechos de los años en que se desarrolla.

Una característica que se relaciona directamente con una de las fortalezas de la realización: su colorida y detallista puesta en escena, que se complementa de la mejor forma con su trama y elenco.

El cual está encabezado por Magdalena Popławska, Wiktoria Filus y Matylda Giegżno, las encargadas de dar vida al trío protagónico de una narración que se ubica en la ciudad de Sopot en 1976.

Los conflictos de Helena, Pola y Marysia

Cuando el verano se hace sentir con fuerza en la costa polaca y la inauguración de un moderno y elegante hotel se convierte en la cita obligada de los habitantes más importantes del balneario.

Además del lugar en que coinciden las protagonistas por diferentes motivos, empezando por Helena (Popławska), quien colabora con el Departamento de Seguridad local seduciendo a potenciales espías.

Una labor que le permite ganar mucho más que un polaco común, que tiene un salario promedio de 4.000 zlotys (US$30), y la lleva a conquistar al sospechoso periodista francés Tomas (Folco Marchi).

Al mismo tiempo que Pola (Filus) se cita en el hotel con un funcionario que podría ayudarla a recuperar la licencia para su fábrica de champú y Marysia (Giegżno) arriba para encontrar a alguien con dinero.

Lo que las lleva a confrontar diferentes experiencias que tienen como punto en común la sobrevivencia por medio de la entrega de sus cuerpos, mientras tratan de mantener su dignidad e independencia.

Lo que Glitter expone a través de un relato rápido -los episodios duran media hora-, con buenas actuaciones, pero que por momentos abusa de inusuales encuadres y edición por tratar ser diferente.

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