1. Mezcla explosiva entre corrupción y poder
Sin duda, la trama es el primer gancho de esta serie inglesa. Aquí, un ex soldado —mermado física y sicológicamente, pero con un gran sentido del deber— se transforma en guardaespaldas y le asignan la protección de la Ministra del Interior, una mujer con quien poco tiene en común políticamente.
Ambos se ven envueltos en una intriga de corrupción y poder que involucra a políticos, empresarios y policías (¿te suena conocido?). Todos son sospechosos, nadie confía en nadie y los espectadores son convidados a un juego difícil de descifrar que no permite ni pestañar.
Algunos se quejan de que tiene un par de cabos sueltos y que el final es algo forzado; es cierto, pero eso pasa a segundo plano, bien fondeado tras lo entretenido, actual y adictivo que resulta el argumento.
2. Actores que brillan
El elenco es otro de los puntos altos de Guardaespaldas. Ellos son los que hacen convincente la trama, con roles creíbles y queribles, sean “malos” o “buenos”.
Dentro de eso, descollan los dos protagonistas, Richard Madden como el guardaespaldas David Budd, y Keeley Hawes, como la glacial ministra Julia Montague que, en todo caso, esconde un lado hot.
Ojo también con Sophie Rundle (la misma que hace de Ada Shelby en Peaky Blinders), quien interpreta a la esposa de Budd y juega un rol clave en la serie.
3. Sólido protagonista
Richard Madden es un actor escocés que hace rato viene dando que hablar. Fue uno de los protagonistas de las primeras temporadas de Game of Thrones, donde dio vida a Robb Stark, heredero de Invernalia y medio hermano de Jon Snow (Kit Harington).
Ahora llega como Budd y sobresale no sólo por su físico (es un guapo, por qué no decirlo), sino también por su sólida interpretación. Así, nos muestra a un duro, un héroe potente, con altas dosis de testosterona, que sin embargo se desploma de amor frente a sus hijos.
A sus 32 años, seguro que Madden será número puesto en películas y series por venir.
4. De lo bueno, poco
La producción tiene sólo seis capítulos, lo que la hace perfecta para una tarde —o noche— de maratón frente a la pantalla.
Cada capítulo, además, dura solamente una hora, episodios sin rellenos, al grano, llenos de acción que con suerte permiten hacer un alto para ir a la cocina a buscar algo para picar.
Guardaespaldas es, en síntesis, el panorama perfecto para los fanáticos de Netflix.