La chica de nieve: el thriller español de Netflix marcado por el trauma y el suspenso
El libro homónimo de Javier Castillo es la base de la serie de seis episodios, que muestra cómo una joven periodista se ve involucrada en las pesquisas en torno al caso de la desaparición de una niña en Málaga.
Como muchos de sus colegas, el malagueño Javier Castillo tenía una profesión muy diferente hasta que publicó su primer libro y decidió dedicarse a dar vida a libros como La chica de nieve.
La cuarta novela de este ex asesor financiero que encontró en la escritura su verdadera vocación, más específicamente en los relatos anclados en el suspenso y inusuales casos criminales.
Y que tienen como escenario distintas ciudades de Estados Unidos, a pesar de que Castillo es español, como la Nueva York de la mencionada novela de 2020 que ahora inspira la serie de Netflix.
La que bajo el título homónimo de La chica de nieve, pero cambiando escenario y nombres de personajes, replica la historia centrada en la desaparición de una niña a lo largo de seis episodios.
Los que fueron concebidos y escritos por Jesús Mesas Silva y Javier Andrés Roig, logrando replicar la esencia narrativa de la obra de Castillo, con una investigación que se liga con el pasado.
La que comienza luego de que en plena celebración de la Cabalgata de Reyes Magos, el 5 de enero de 2010 en Málaga, Amaya (Emma Sánchez) desaparece tras separarse de su papá.
Miren y su investigación del caso
Lo que deja desolados a sus padres Alvaro (Raúl Prieto) y Ana (Loreto Mauleón), y lleva a la policía a comenzar el respectivo pesquisaje, con la inspectora Millán (Aixa Villagrán) a cargo.
Pero hay alguien más que comienza a investigar el caso: la joven periodista Miren Rojo (Milena Smit), quien hace solo un mes llegó a hacer su práctica profesional al diario local Sur.
De la que casi de inmediato se sabe que fue víctima de un ataque hace algún tiempo que aún la tiene traumatizada y la hace vincularse más fuerte a la desaparición de la niña de cinco años.
Pero rápidamente el relato se traslada a 2016, cuando Miren aún trabaja en el Sur y recibe un sobre, que contiene la cinta de un video VHS que muestra a Amaya en la actualidad, jugando.
Desde ese momento la narración viaja entre ese año y 2010, para mostrar cómo la periodista es testigo y parte central de una investigación con varios sospechosos, aunque nada concreto.
Hasta que la trama lleva a 2019 y surgen revelaciones que permiten atar cabos. En el clímax de una serie lenta, pero que logra enganchar y, lo más importante, visibilizar la violencia contra la mujer.
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