Los chicos de la banda: un drama con origen teatral sobre aceptación y diversidad

Los chicos de la banda: un drama con origen teatral sobre aceptación y diversidad
Los chicos de la banda | Netflix

Ryan Murphy produce la versión para Netflix de la obra de Mart Crowley, donde los conflictos de un grupo de amigos homosexuales son expuestos en una fiesta que se realiza a fines de los años 60.

Hace dos años, el Booth Theatre de Broadway albergó las funciones con que se conmemoraron los 50 años del estreno original de The boys in the band. Una obra de teatro rupturista que hoy llega a la pantalla de Netflix como la película Los chicos de la banda.

Es la historia creada por Mart Crowley que debutó a finales de los años 60, presentando la historia de un grupo de amigos homosexuales que se reúne en una fiesta en Nueva York, y que se transformó en una de las primeras piezas en mostrar abiertamente sus experiencias.

Y son precisamente los actores que protagonizaron el revival de 2018 -elenco liderado por Matt Bomer, Jim Parsons y Zachary Quinto– los que replican sus papeles en la cinta que cuenta entre sus productores con Ryan Murphy (Glee, American horror story, Ratched).

La misma cuya narración tiene como escenario 1968 y el departamento dúplex donde vive Michael (Parsons) y hasta donde llega Donald (Bomer), quien está de visita en la ciudad y además lo ayuda con los preparativos de la fiesta de cumpleaños que allí se realizará.

Los chicos de la banda | Netflix

El cumpleañero es Harold (Quinto), pero mucho antes que él aparezca se hacen presentes los invitados a la celebración: Bernard (Michael Benjamin Washington), Emory (Robin de Jesús), Larry (Andrew Rannells) y la pareja de éste, Hank (Tuc Watkins).

Pero hay dos figuras adicionales que arriban al departamento. El primero es un joven llamado Cowboy (Charlie Carver), que es el “regalo” de Emory para Harold, y el otro es Alan (Brian Hutchison), un ex compañero de universidad de Michael que lo visita de improviso.

Conflictos y aceptación con sabor teatral

Y es precisamente la llegada de Alan la que desencadena el eje dramático de la narración, ya que desconoce la preferencia sexual de Michael y éste no pretende confesarla. Así la tensión se hace presente como también el alcohol que todos beben en grandes cantidades.

Esto no solo hace recaer a Michael en su alcoholismo y su tendencia a desafiar a quienes lo rodean, sino que también provoca que surjan revelaciones sobre los problemas y resentimientos que todos los presentes mantienen bajo la superficie.

Todo empeora cuando el dueño de casa obliga a sus invitados a participar en un incómodo juego, que consiste en que cada uno realice una llamada de teléfono a la persona que realmente ha amado. Llamadas que expondrán aún más las heridas de los presentes.

Los chicos de la banda | Netflix

Una “diversión” particular que revela sus cicatrices, como también sus diferentes maneras de enfrentar la homosexualidad y las relaciones amorosas; pero que siempre tienen un punto en común: los limites que la sociedad les impuso y les sigue imponiendo.

Y es quizás esta misma profusión de declaraciones y diálogos, que refleja el origen teatral de su trama, lo que le confiere a Los chicos de la banda un ritmo y una progresión del conflicto que la aleja de todo tipo de público, pero que no resta interés a su apuesta.

Una que se suma a la búsqueda de diversidad en pantalla y a darle un espacio a la realidad de la comunidad LGBTQIA+; uniéndose además al particular mundo creativo que Murphy ha aportado a Netflix, con títulos como The politician, Hollywood y Ratched, su serie más reciente.

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