Mank: la nostálgica e imperdible mirada de David Fincher al Hollywood clásico

Mank: la nostálgica e imperdible mirada de David Fincher al Hollywood clásico
Mank | Netflix

David Fincher dirige el largometraje original de Netflix que revive la figura del guionista Herman J. Mankiewicz y su papel como escritor de Ciudadano Kane.

Tras el estreno de Ciudadano Kane, Orson Welles reafirmó su posición de “niño genio”, aunque ya tenía 26 años, y luego se adueñó del título de creador de la mejor película de la historia. Pero, como lo revela la trama de Mank, otro nombre estuvo tras su guión.

El de Herman J. Mankiewicz, un hijo de inmigrantes que sirvió como corresponsal para el Chicago Tribune y crítico de teatro, para luego poner su personalidad y talento en la escritura al servicio de los estudios de Hollywood. Y más tarde al de Welles.

Y es precisamente el papel de Mankiewicz, o simplemente Mank, en el guión de Ciudadano Kane el que sirve de eje para la última realización de David Fincher, que se suma hoy como título original a Netflix tras un paso en noviembre por contadas salas de cine del mundo.

Mank | Netflix

Una retrato en blanco y negro a ese pasaje en la vida de Mank que también sirve de nostálgica vitrina a un Hollywood que mantenía vivo el brillo de su “época dorada”, a pesar de los embates de la depresión económica de los años 30.

Pero el undécimo largo de Fincher comienza un poco después, en 1940, cuando Herman J. Mankiewicz (Gary Oldman) llega hasta el rancho de huéspedes de Victorville para trabajar en un nuevo guión, mientras convalece de las heridas sufridas en un accidente.

Un relato entre décadas

Mank | Netflix

En compañía de una enfermera y una secretaria para transcribir sus notas, la inglesa Rita Alexander (Lily Collins), además de libretas, lápices, cigarrillos y botellas que contendrían alcohol, Mank comienza a escribir en base a una idea compartida con Welles (Tom Burke).

Un trabajo que prometió completar en 60 días, de un original de 90, por el cual no obtendría crédito, como quedó estipulado en el contrato que firmó con producciones Mercury, y donde su escritura se enfocaría en la decadencia de un magnate de las comunicaciones.

Y aunque no había revelado la fuente de su inspiración, Rita no tarda en deducir que la figura en cuestión es la William Randolph Hearst (Charles Dance). Uno de los tantos nombres que el guionista conoció a lo largo de su carrera, como los flashbacks revelan.

Esto porque si bien la cinta tiene su eje en el inicio de los 40, su relato es pródigo en saltos hacia el pasado, específicamente a los años 30, cuando Mank era parte de los estudios Paramount y se codeaba con los grandes nombres de la industria cinematográfica.

Y es en compañía de un colega, el joven Charlie Lederer (Joseph Cross), que el sarcástico guionista visita por primera vez el Castillo Hearst. En el lugar, después de combatir la resaca de una de sus habituales borracheras, conocerá a su anfitrión e invitados.

Biografía y justicia autoral

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Entre ellos se cuenta la pareja de Hearst y tía de Charlie, la actriz Marion Davis (Amanda Seyfried), con quien establecerá una amistad que irá creciendo con el paso de sus visitas al lugar, que se irán repitiendo al convertirse en uno de los preferidos del magnate.

Así, entre dos décadas, Fincher da vida a una película que tiene como base un guión escrito por su propio padre, Jack Fincher, y no solo retrata a Mankiewicz como el único escritor tras Ciudadano Kane, sino que también expone su lento peregrinaje hacia la decadencia.

Porque aunque su alcoholismo y franqueza eran parte de su vida y trabajo desde hace años, y para muchos eran parte de su “encanto”, en los años 30 estos se mezclaron con el ambiente político imperante y su tendencia a apoyar el socialismo le jugó una mala pasada.

Una mezcla de biografía, fantasía y justicia autoral que se suma a una acabada ambientación y a la fotografía en blanco y negro de Erik Messerschmidt, y singulares detalles como fundidos a negro con estilo retro para pasar de una escena a otra.

Además, son claves las actuaciones de su notable elenco, por lo que no extrañaría que Oldman o Seyfried fueran nominados al Oscar. Todo lo que convierte a Mank en un nostálgico retrato a la industria del cine y sus protagonistas, imperdible para cinéfilos.

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