Te quiero, imbécil: cómo ser un gilipollas en la era de Tinder

Te quiero, imbécil: cómo ser un gilipollas en la era de Tinder
Te quiero, imbécil | Netflix

Fresca y entretenida es esta nueva comedia romántica española de Netflix, que retrata las relaciones en la era de Tinder a través de un treintañero que parece todo un desastre.

“Soy el hombre con peor suerte de toda la zona euro”, asegura Marcos, el protagonista de Te quiero, imbécil. Y puede que tenga razón.

Justo cuando le pide matrimonio a Ana, su novia desde hace ocho años, ella, además de rechazarlo, decide dejarlo. a raíz de eso, no tenía otra opción que abandonar el departamento donde vivían y volver a casa de sus padres.

Por si fuera poco, cuando pensaba que lo ascenderían de puesto en su trabajo, lo despiden.

A sus 35 años, sin pareja y sin dinero, a Marcos (Quim Gutiérrez, ganador en 2006 del Goya a Actor Revelación) no le queda otra que reinventarse.

Y esa reinvención es la que muestra la directora española Laura Mañá en esta nueva película de Netflix, una comedia romántica fresca y divertida, con la ciudad de Barcelona como telón de fondo.

Para volver a acostarse con alguien -que es lo que busca por ahora-, el protagonista se replantea casi por completo: amante de la música indie y algo ñoño, ve cómo su aspecto poco y nada le ayudarán a hacer match en Tinder.

Por eso recurre a internet, donde sigue los consejos de un gurú virtual de dudosa experiencia, el argentino Sebastián Vennet, y sigues sus consejos, que pasan por el cliché de sacar músculos y cambiar sus poleras de grupos y jeans sueltos por camisas y pantalones peligrosamente ceñidos.

En plena transformación, Marcos se reencuentra con una antigua compañera de instituto, Raquel (Natalia Tena), una tatuadora que toca el acordeón y que tiene las cosas más claras que él.

Romance en las calles de Barcelona

En Te quiero, imbécil el desastre que es la vida de Marcos crece como una bola de nieve. Cada cosa que hace podría ser parte de un manual para ser un gilipollas en el siglo XXI.

Un personaje que Mañá construye como una especie de Bridget Jones en versión masculina y con acento español, precisamente para derribar estereotipos.

Como el del hombre apuesto y exitoso como camino hacia la felicidad. Porque Marcos se convirtió en eso y ahí está, con el rumbo perdido entre una cita de Tinder y otra.

Por el contrario, Natalia, quien en su juventud estuvo enamorada del protagonista, es una mujer resuelta, que sabe bien lo que quiere y que se convierte en una especie de cable a tierra para Marcos.

Así, la directora va retratando las relaciones ente hombres y mujeres en la era de Tinder, en una Barcelona vibrante y al ritmo de canciones vitalistas, como I’m gonna be (500 miles), de The Proclaimers.

Y pese que el guión tiene uno que otro giro poco convincente, Te quiere imbécil logra entretener y sacar suspiros, que es lo mínimo que se le puede pedir a una comedia romántica.

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