A pocos días de la celebración de Halloween y poco después del estreno de El Club de la Medianoche, Netflix sigue sumando historias inquietantes a su apartado de horror y suspenso con Vigilante.
La nueva serie con la firma de Ryan Murphy y su habitual socio Ian Brennan que, luego de su reciente y macabra DAHMER – Monstruo, continúa explorando en el lado más perverso de la realidad.
Lo que concretan ofreciendo su particular mirada al caso que reveló el artículo periodístico que Reeves Wiedeman publicó en el sitio The Cut, de New York Magazine, el 18 de noviembre de 2018.
El cual reveló la pesadilla que en 2014 vivió el matrimonio de Derek y Maria Broaddus, junto a sus tres hijos, luego de adquirir la casa ubicada en el 657 de la calle Boulevard de Westfield, New Jersey.
Donde mientras se ocupaba de algunos arreglos de su nuevo hogar, Derek comenzó a recibir las amenazantes cartas de un desconocido que se hacía llamar The Watcher o El Vigilante.
La mudanza que lo cambia todo
Los mismos eventos que inspiran los siete episodios de la miniserie, donde la pareja protagónica cambia sus nombres por los Dean y Nora Brannock (Bobby Cannavale y Naomi Watts).
A quienes se conoce cuando visitan la hermosa casa al costado de un lago, a una hora de Nueva York, que vende la agente inmobiliaria Karen (Jennifer Coolidge), una ex compañera de Nora.
La que Dean compra rápidamente, aunque para ello debe invertir todos sus ahorros, y a la que se mudan junto a su esposa e hijos, Carter (Luke David Blumm) y Ellie (Isabel Gravitt), a los seis meses.
Pero las cosas se enrarecen. No solo están sus inusuales vecinos Pearl (Mia Farrow) y Jasper (Terry Kinney), o Mitch (Richard Kind) y (Margo Martindale), sino que además reciben una carta.
En la que un desconocido, que firma como El Vigilante, se presenta como el encargado de cuidar la casa y se refiere a sus hijos como “sangre joven”, poniendo en alerta a los Brannock.
Nuevas dudas y nuevos personajes
A lo que con el paso de los episodios se van sumando la muerte del hurón de Carter, la extraña música que viene del intercomunicador y la aparición y desaparición de personajes y sospechosos.
Como el surgimiento en la trama de la investigadora privada Theodora Birch (Noma Dumezweni) y del anterior propietario de la casa con su teoría sobre quién es -o era- el autor de las cartas.
Al mismo tiempo que Dean se convierte en el principal afectado por la paranoia que provoca la inusual situación que los afecta, en especial después que conoce la historia de la familia Graff y su sacrificio.
Lo que se desarrolla a lo largo de una trama marcada por una tensión que se incrementa con el paso de los capítulos. La que al parecer lleva a un desenlace lógico, pero deja todo abierto.
Un final adecuado para lo ocurrido en la realidad con El Vigilante, de quien nunca se supo su identidad o intenciones, “cerrando” un espacio que inquieta a pesar de sus inconsistencias.
Y cumple su objetivo: mantener al espectador en vilo, cautivado por lo que parece ser y no es, y por cómo el entorno puede cambiar a una persona. Lo que consigue gracias a su atmósfera y destacado elenco.