Dentro de los términos que se usan en la industria del cine existe la “lista negra”, con los buenos guiones que no concretaron su producción. Pero existe otra expresión menos conocida: el spec script, o guión especulativo, como el del cual nació Amor y monstruos.

Un escrito hecho por un guionista con la simple idea de lograr que alguien algún día se interese en su historia y quisiera llevarla a la pantalla. Como le ocurrió a Brian Duffield, quien esperó años para ver transformada en una película la aventura de Joel Dawson.

El joven protagonista de la cinta que, por la pandemia, tuvo que abortar su estreno en salas de cine y que hoy el público mundial puede conocer a través de Netflix. Y donde la comedia se une a la aventura y el peligro que acecha a la población terrestre en un futuro cercano.

Una situación que tuvo su punto de partida cuando el asteroide Agatha 616 iba a colisionar la Tierra y los gobiernos del mundo se unieron y enviaron misiles para destruirlo. Sin embargo, los componentes químicos de esos cohetes cayeron sobre el planeta.

La inusual lluvia que provocaría algo todavía más insólito: transformaría a muchos animales e insectos en criaturas que comenzaron a alimentarse de los humanos, provocando el término de la vida como se conocía hasta el momento.

Siete años después, los pocos sobrevivientes continúan viviendo en diferentes búnkeres alrededor del planeta, saliendo a la superficie solo para buscar alimento. Entre ellos Joel (Dylan O’Brien), quien ahora es un veinteañero que sueña con su novia de adolescencia.

En busca del amor perdido

Y es el deseo de estar con Aimee (Jessica Henwick), a quien vio por última vez cuando huía de Fairfield junto a sus desaparecidos padres, lo que le hace pensar en dejar su refugio. Más cuando comprueba que no es de mucha ayuda para sus compañeros de encierro.

A pesar de los ruegos de estos últimos, y premunido con una improvisada ballesta y su cuaderno de dibujo, Joel abandona el lugar en que vivió los últimos años y sale al encuentro del mundo exterior. Un reencuentro que le provoca alegría y temor a la vez.

Y donde no estará mucho tiempo solo, ya que encuentra un inteligente perro, que descubre que se llama Boy y que se convierte en su compañero de aventura. Además de algunas criaturas que quieren transformarlo en cena, como un monstruoso anfibio.

Pero faltan dos figuras que lo ayudarán a enfrentar ese inquietante, pero fascinante entorno: Clyde (Michael Rooker) y Minnow (Ariana Greenblatt), un valiente hombre y la pequeña hija de su mejor amigo que le enseñarán varios trucos de supervivencia.

Una sociedad que se transforma en amistad, pero que llega a su fin cuando deben separar caminos, ya que mientras Clyde y Minnow se dirigen a las montañas, un lugar con menos monstruos, Joel va al encuentro de Aimee en una zona al lado del mar.

Solo una parte de un largo camino que pondrá a Joel frente a sus temores más grandes, pero también le dará la oportunidad de conocer a nuevas personas, además de reencontrar a otras, como también descubrir talentos de él mismo que desconocía.

Así, mezclando comedia, aventura y algo de terror y drama, Amor y monstruos lleva por un entretenido relato, bien escrito y bien actuado, tanto por humanos como por su protagonista canino, en la senda de aplaudidas películas como Tierra de zombies. Muy recomendable.

Ver en Netflix