“Cantina y salón con espíritu único y tesoros escondidos” es como se autodefine el Bar Berri, el local que funciona en una preciosa casona del barrio Lastarria, la de la esquina de Rosal con José Victorino Lastarria.

Es uno de los más queridos de este sector del centro de Santiago. También uno de los pioneros, porque Eduardo Azcuénaga lo abrió en 1985, cuando ahí solo existían unos pocos locales, como Les Assassins, que hoy está en venta.

Un precusor de la bohemia de Lastarria, a la que luego se irían sumando locales como el Bar Don Rodrigo, otro que sobrevive en esta calles.

Antes de la pandemia, sentarse en el Bar Berri era toda una experiencia, porque cada uno de los objetos antiguos que hay ahí, desde las baldosas hasta los muebles, cuentan una historias.

Historias de bar y de la casona, que se reflejan en rincones escondidos, algunos que incluso no han abierto a público.

Por eso y por su barra y su carta tradicional es que muchos lo extrañan. Los mismo que ahora tendrán una alegría y un consuelo en su nuevo delivery.

Bar Berri: patrimonio comestible

No te imagines una amplia carta, que las preparaciones a domicilio del Bar Berri son sencillas, pero bien hechas.

Es comida de bar preparada en el momento, que huele a tertulia y a cofradía. Puro patrimonio comestible.

Te dará toda las nostalgias al probar sus empanadas fritas en el momento, de queso ($ 800), pino ($ 1.300) o mariscos ($ 1.300).

También puedes pedir quiche ($ 3.900 el trozo), de pollo, champiñón choclo o de carne, tocino y queso, además de picoteos, como aceitunas rellenas ($ 1.500) y maní ($ 1.500).

Por supuesto que la barra del Bar Berri también llega a tu casa, coctelería en botellas de medio litro, como el pisco sour ($ 4.000), amaretto ($ 4.000), dulcecito y peligroso, margarita ($ 4.500) y daiquiri ($ 4.500).

También la cola de mono ($ 9.000), en botella de 750cc.

Ojo, que hay promociones de dos tragos y dos picoteos por $ 11.000.

Pídelo a través de su Instagram o del teléfono 226323190.