Por: Loreto Gatica Fecha:28 Ene 2022

De regreso en Doña Tina, una de las embajadas de la cocina chilena

Aunque su fundadora falleció, sus hijos conservan las recetas y la sazón de este clásico con más de 40 años. Al que puedes volver en verano, la mejor temporada, para saborear humitas, pastel de choclo y porotos granados.

Es un nombre imprescindible de la cocina chilena. El restaurante que hace más de cuarenta años fundó en Lo Barnechea, a los pies de la cordiller, Agustina Gómez de Olivares, más conocida como Doña Tina, la querida cocinera autodidacta que murió en marzo de 2021.

Sin embargo, dejó un legado de recetas cargadas de sazón, sofrito y amor, que sigue funcionando en local con capacidad para 450 personas y que quedó a cargo de sus siete hijos.

Las que en temporada de verano son pura tentación, más si reservas en su terraza sombreada o en el sector del parrón, y disfrutas alguna de sus jarras, como la de borgoña ($ 9.900), que puede ser de vino blanco o tinto, con frutas de la temporada, como frutillas, por ejemplo.

Ideales para partir en tu regreso a Doña Tina y acompañar con sus legendarias empanadas, como la tradicional de pino ($ 3.600), la frita de queso ($ 3.400) o la de plateada ($ 3.700), que es una frita rellena de plateada al pil pil con harto queso.

Con todo el sabor de la temporada

Aunque está abierto todo el año, todos los días, la mejor época para ir a Doña Tina es en verano, cuando puedes saborear sus platos de temporada, que tienen al choclo como protagonista.

De entrada, las humitas ($ 9.500 las dos), de buen porte y nada de secas, que llegan acompañadas de ensalada de tomate o chilena.

Luego, los porotos granados ($ 10.200), sabrosísimos, con baranda, que llegan con todo el toque del ají color, y que además puedes pedir con plateada ($ 11.900).

Infaltables es también el pastel de choclo ($ 11.600), una maravilla humeante y dorada, que no se hace con el choclo humero sino con el americano, de grano más pequeño, un tanto más dulce, con pino aceitunas y la tradicional presa de pollo.

Además de la plateada a lo pobre ($ 14.000), que es otro de los clásicos de este lugar y que según contaba Doña Tina ensayó 48 veces hasta que le gustó como quedó.

La receta la sigue al pie de la letra su hija y es un verdadero tesoso de la cocina chilena: blanda, dorada, al pil pil y con una buena ración de papas fritas.

Y todo acompañado del pan hecho en el lugar y que llega apenas te sientas a la mesa.

No te vayas sin postre, que tienes varias alternativas, como el mote con huesillo ($ 4.200), medio litro, heladito, con dos huesillos y una buena cantidad de mote; o la leche asada ($ 4.900), con todo el sabor de la hecha en casa.