[COLUMNA] El Salidor: Anatomía de un sunset

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[COLUMNA] El Salidor: Anatomía de un sunset

Por El Salidor. 

Es parte de lo nuestro buscar excusas para beber y pasarlo bien. Celebrar por celebrar y sentir que toda instancia está cubierta de un manto sagrado si hay un denominador común: juntarse a beber. Si a eso se le suma una terraza, una tarde semisoleada como telón de fondo y nuestro amor casi patológico por los anglicismos, estamos frente a un cuadro perfecto: las fiestas sunset, una forma de sociabilizar que a veces raya en la siutiquería.

El sunset es simplemente un atardecer al que se le formateó como evento para beber cerveza, espumante o mojitos a plena luz de día. He hecho el ejercicio de observar varios y en varios encontré denominadores comunes. Primero que todo: el dress code. Para las mujeres es clave -si la autoconfianza lo permite- algún crop top que deje entrever una anatomía atractiva; eso, y un short muy corto para lucir las piernas. Puntos extras dan los sombreros playeros y los bronceados estivales. Tal como el brunch, es un evento que a todas luces llama a vestirse ni muy elegante, ni muy casual, ni muy playero, ni muy urbano. Tiene que anotar, porque no querrá parecer un extranjero en la versión chilenizada de este tipo de eventos.

Sobre las locaciones, creo haber visto bastante, y nada peor que esos lugares decorados con una elegancia siúticamente forzada, quizás inspirada en el Caribe, la Polinesia o la Costa Azul , con cartas de cócteles muy sofisticadas y que evocan barras de resorts all inclusive. Esas en que un barman a lo Tom Cruise en Cocktail hace de las suyas para romper corazones e hígados de la forma más profesional y auténtica.

Sunset

El sunset, por definición, tiene que parecer espontáneo y juvenil. No hay más receta. Por eso, ahí lo que se come cae en la categoría de fingerfood, todo lo que se come con la mano. Aparte de ser una buena forma de despreocuparse de los cubiertos para los que organizan, llama a que el momento sea lo menos pauteado, lo menos parecido a una tensa reunión de negocios. Así se comparte mejor, el ánimo se relaja y se le da la prioridad al choque de vasos y botellas de pequeño formato.

No son malos los sunsets; de hecho, son una ventaja para los que somos adictos a las redes sociales. Como no está oscuro, todo es “instagrameable” , todo está dispuesto para contarle al mundo lo que estamos comiendo, tomando y con quién lo estamos haciendo.

En Santiago hay muy buenas opciones para participar de uno con todas sus letras. En el barrio Bellavista está la Azotea Matilde (Antonia López de Bello 0118) y el Sarita Colonia (Loreto 40). Los hoteles no lo hacen nada de mal. Nunca me falla el Bar Tramonto del Noi Vitacura (Av. Nueva Costanera casi esquina Alonso de Córdova, piso 9), que tiene una terraza con una piscina en medio y una vista panorámica de todo Santiago Oriente para disfrutar de buenos spritz o gin tonics, de esos que vienen en copa globo para sentir mejor los aromas herbáceos de la ginebra.

Me gusta también Red 2 One, del hotel W (Av. Isidora Goyenechea 3000, piso 21), donde además de la vista sobrecogedora, la convocatoria lo hará sentirse en alguna terraza neoyorquina por algunas horas. Abogados, brokers, famosillos y un puñado de itinerantes extranjeros que le dan cuerpo a este tipo de salidas.

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