Gérald Bronner es un profesor y sociólogo francés que ha publicado diferentes artículos y libros en torno a las ciencias sociales. Pero en 2007 se dio un tiempo para escribir una novela de ficción: Comment je suis devenu super-héros o Cómo me convertí en superhéroe.

La misma que llega a Netflix convertida en la película con que el actor, guionista y realizador Douglas Attal debuta en la dirección de un largometraje. El cual tiene como escenario la ciudad París de 2020, donde los paladines se han integrado a la sociedad.

Pero su protagonista es el común Gary Moreau (Pio Marmaï), un teniente de la policía que solía trabajar junto a un grupo de superhéroes, el denominado Pack Royal, pero ha tenido unos últimos meses marcados por la poca preocupación hacia su vida y su trabajo.

Una rutina que empieza a cambiar cuando debe investigar un incidente que se relaciona con un chico que incendió una discoteca, supuestamente con superpoderes. Caso que además marca su sociedad con una nueva colega: Cécile Schaltzmann (Vimala Pons).

Sin embargo, este tipo de hechos con adolescentes que pueden controlar el fuego se comienzan a multiplicar y, como ya lo sabe el público, se conectan con una droga y la escena inicial de la cinta, donde a dos personas se le está extrayendo toda su sangre.

Pero hay alguien más que puede ayudar a Moreau: Henri (Benoît Poelvoorde), mejor conocido por su nombre de superhéroe, Monté Carlo, y quien fue parte del Pack Royal y ahora está retirado, pero se mantiene atento a todos los casos criminales en la ciudad.

El criminal tras la droga del superpoder

Él es quien guía al teniente hacia el nombre de Braséro, un superhombre que podía manejar el fuego, estuvo algunos años en la cárcel, no tuvo hijos y ha estado desaparecido. Último dato que Moreau obtiene de otra ex integrante del Royal Pack, Callista (Leïla Bekhti),

Las cosas se complican más cuando la pareja de policías es llamada por el médico forense que hizo la autopsia a alguien con quemaduras, pero quien no murió por eso, sino porque fue desangrado. El cual, como lo comprueba Moreau por un tatuaje, era Braséro.

Al mismo tiempo que en la narración aparece otro personaje clave: Naja (Swann Arlaud), un criminal responsable de la sustancia que hace que quien la inhale pueda producir fuego, y que estaría detrás de la desaparición de otros superhéroes y nuevas y peligrosas drogas.

Todo empeora cuando Moreau queda herido y se revela un secreto que él ha estado ocultando desde la muerte de Gigaman (Clovis Cornillac), el tercer integrante de Royal Pack; el grupo de paladines con los que colaboró durante una década.

Esto que lleva a que Schaltzmann se una a Monté Carlo y Callista para ir detrás de quién estaría detrás del ataque al policía, como también de las desapariciones de superhumanos y los graves incidentes relacionados con jóvenes que han ocurrido en las calles de París.

En una trama donde la fantasía y la aventura habituales en este tipo de cintas se conjugan de buena manera con el suspenso, el drama y la comedia. Lo que hace de Cómo me convertí en superhéroe una innovadora y entretenida apuesta fílmica, que concluye dejando muy abierta la posibilidad de una secuela.

Ver en Netflix