Si eres fan de este plato de cocina chilena, no puedes perderte la cazuela de la "maestra" María: llega humeante en librillo de greda, de ave o vacuno, con el cilantro recién picado, en un caldo imposible de más sabroso y a muy buen precio.

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La Picá de la Cazuela es un local pequeño, con cocina a la vista y mesas con coloridos manteles de hule, que se esconde en una galería de la calle Padre Alonso de Ovalle 1535. Entre Dieciocho y San Ignacio, es una picada atendida por su dueño, Luis Carrasco, a quien tienes que convencer de que no la venda. Porque a pesar de tener una clientela fiel, confiesa que, a sus más de 70 años, ya está cansado.

Pero lo que encuentras en esa cocina es una joya. La “maestra”, María Sagredo, quien a sus 77 años no recuerda desde cuándo cocina, sí que lo lleva en la sangre: aprendió mirando a su mamá, mientras ella trabajaba en un restaurante en Melipilla.

Por eso lo que aquí encuentras es cocina chilena de toda la vida, que se manifiesta en su menú de almuerzo ($6.200), una colación que incluye plato de fondo, ensalada y postre.

La Picá de la Cazuela: colación desde $6.200

Además de una colación, en La Picá de la Cazuela también hay platos más económicos o solo para llevar. Como varían según la disponibilidad de la cocina, entre ellos de los que pueden tocarte prietas con papas cocinas, arrollado, también riñones al jerez, o incluso un vaso de consomé ($1.500).

En cuanto al menú de almuerzo ($ 6.200), las alternativas cambian a diario y se anuncian en su pizarra. Puede tocarte pescado frito con papas fritas o arroz, o un caldúo pollo arvejado.

Pero como lo sabe cualquiera que conozca bien este lado del centro de Santiago, el imperdible aquí es la cazuela. Ya sea de ave o vacuno, siempre llega humeante en su librillo de greda, con el cilantro recién picado encima.

Si tu opción es la cazuela de vacuno, la carne se sella antes y luego se cocina en la olla, por lo que en el plato se parte con cuchara. Viene un caldo sabroso, nada de grasoso, con arroz y papas, que quedan deliciosas con la pasta de ají que ponen en tu mesa. También porotitos verdes en su punto y el zapallo, por supuesto con cáscara, para que no se deshaga. La que sabe, sabe.