Por lo general los antagonistas de las cintas de terror son monstruos, seres paranormales y asesinos, pero Tin & Tina reafirma a los niños como algunos de sus personajes más inquietantes.

Ya que luego de cintas ya clásicas como El pueblo de los malditos y La profecía, o la más reciente Maligno, la realización española viene a sumarse con dos perturbantes y pequeñas figuras.

Los que son el desencadenante de la perversa historia que llega a Netflix dirigida por Rubin Stein, el realizador español que debuta en los largometrajes con una trama inquietante y algo aterradora.

Lo que concreta revisitando la esencia de su aplaudido corto homónimo de 2013, ofreciendo un largometraje con una destacada ambientación y tensión, que mezcla el horror con el suspenso.

Donde los infantiles protagonistas son Tin (Carlos G. Morollón) y Tina (Anastasia Russo), mellizos albinos que son tan angelicales como perversos al momento de seguir la religión.

Como lo descubre Lola (Milena Smit, La chica de nieve) tras adoptarlos junto a su marido Adolfo (Jaime Lorente, La Casa de Papel), para tratar de superar la pena de perder a sus hijos nonatos.

La inquietante religiosidad de Tin y Tina

Una decisión que toman a los seis meses de ese traumático evento, luego de que Lola convence a Adolfo de formar una familia junto a los particulares niños que conocieron en el orfanato.

Los que al mudarse a su nuevo hogar llevan su biblia y crucifijos para evitar la llegada del ángel exterminador, además de tratar de purificar al perro de la casa con mortales consecuencias.

En su particular interpretación de los deseos de Dios, que incluye la autoasfixia para pedirle un milagro. Lo que atemoriza a Lola, quien no cree en nada religioso tras los traumas que ha sufrido.

Un temor que va en aumento y se intensifica luego de que queda embarazada, algo que se suponía imposible porque supuestamente quedó con daños internos después de su aborto espontaneo.

Sin olvidar que Tin y Tina son sospechosos de haber provocado el accidente que dejó en estado de coma al compañero que los acosaba en la escuela, aunque nunca se sabe bien qué pasó.

Ya que la película juega con la idea que los niños son tan sospechosos como inocentes, como también con que tal vez la depresión de Lola confunda un tanto sus pensamientos.

Una apuesta que funciona, pero habría sido mejor aprovechada si los personajes tuvieran un mayor desarrollo dramático, lo que no quiere decir que Tin & Tina no logre inquietar con su oscura trama.

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